Cuero, tejidos y metales se someten a procesos que revelan la belleza en la imperfección.
No hay fórmulas fijas: cada pieza nace de un encuentro distinto, como ofrenda a las formas oscuras de lo bello. La materia maltratada se transforma en piezas que se pueden vestir o habitar.
Nada se repite, todo respira con la memoria de lo vivo y lo que se pudre.
















